
Sam Mendes volvía a presentarnos una película y lo hacía tras pasar por la factoría filmográfica de 007 con dispar suerte. En ese sentido, nos había gustado Skyfall y habíamos denostado Spectre. Sin embargo, siempre que está detrás de la cámara Mendes hay que tenerlo en cuenta. Ya nos apasionó con Camino a la perdición, con Tom Hanks y Paul Newman de manera estelar, y American Beauty entre otras brillantes piezas. Con estos antecedentes llegaba 1917. También con el sombrerazo que le había dado gran parte de la Academia en los últimos Globos de Oro, dicho sea de paso.
Efectivamente, las sensaciones previas desplegaban unas altas expectativas y llegó la confirmación de la excelencia conseguida con este film bélico. El argumento no es del todo difícil de seguir y la misión –nunca mejor dicho- está clara. Mendes se decide por presentarnos las peripecias de unos cabos que necesitan cumplir un crucial papel que puede cambiar el curso de la guerra.
La nobleza, el compañerismo y el sacrificio está perfectamente plasmado en un guion que no tiene ningún tipo de traba ni de falla. Todo ello en un ambiente absolutamente caótico ya que ocurre, no lo olvidemos, en la guerra. En el argumento se plasma la anécdota familiar del director que tiene un funcionamiento exquisito. Es más, el guion es tan sólido que es casi imposible no empatizar con los protagonistas.
También es destacar las fuentes de la que bebe esta película dentro de la abundante Historia del cine. Recordamos con cariño algunas películas bélicas como por ejemplo Senderos de Gloria de Stanley Kubrick e incluso Sin novedad en el frente. En los últimos años, han habido poco películas de cine bélico verdaderamente potente y que no se queden en los efectos especiales y en las anécdotas (véase la última entrega de Midway). Nos quedamos satisfechos con el Dunkerke de Nolan y ésta nueva no le va a la saga.
Sin embargo, 1917 va más allá y en ello tiene que ver un importante componente técnico. Mendes eligió presentar esta película grabada en lo que se suele denominar plano secuencia. Esto significa que no para de grabar –por lo menos en teoría- desde el comienzo de la película hasta el final. Dicho en otras palabras, teóricamente, se hace un solo plano toda la película. Ello no es por sí sola una decisión buena ni mala. Sería como enjuiciar el sabor de un plato por la herramienta o por el tenedor con el que se está comiendo. No obstante, en este caso si hace que el espectador se imbuya de manera brutal en lo que sucede en cada momento. No es que Mendes no haga ningún corte, en algunos momentos queda claro que los cortes existen pero está claro que se hacen con muy buen gusto y son prácticamente imperceptibles para el ojo poco entrenado.
En conclusión, 1917 presenta una historia perfectamente sólida, explica perfectamente la psicología de los personajes, hace que la gente se sumerja en la historia y además lo hace con una fotografía excelente y con una técnica soberbia, es más diríamos que arriesgada. Por cuanto el cine es eso y no más, consideramos que el visionado de esta película bélica debería ser casi obligatorio.
Oscars.
Mendes ha ganado los Globos de Oro y es posible que se lleve el resto de estatuillas a las que se presente. De hecho, desde mi punto de vista personal, pienso que en estos momentos estamos viviendo un fin de año dulce en el séptimo de arte. De noviembre a este lado, nos han presentado no menos de 5 películas destacables. Este que escribe esta crónica no tiene ningún reparo en reconocer que tanto The Joker como El Irlandés e incluso Érase una vez en Hollywood ó 1917 tienen todos los condimentos necesarios para llevarse cualquier premio de los Oscars. Se puede tener predilección por una o por otra por temática o por el gusto personal pero no hay excusa para no pasarlo bien con ellas. Lo verdaderamente transcendente es que el nivel del cine se ha recuperado en el año recién acabado, 2019 ¡A ver qué nos depara este recién estrenado 2020!
Foto: Promocional.