
Claros y oscuros en la última película de la factoría Warner, dedicada a la mujer maravillas y cuyo título es Wonder Woman 1984, apéndice que no es baladí. Templado, ni frío ni calor, con asuntos muy positivos y otros que no nos ha gustado tanto, así nos deja esta esperada entrega que ya desde el comienzo tuvo muchos retrasos y no todos propiciados por la consabida crisis del coronavirus.
Además de la dirección de Patty Jenkins, WW1984 tiene el guion de ella misma y de Geoff Johns y el protagonismo de 4 pilares fundamentales, además de cameos (Connie Nielsen y Robin Wright). Así podemos disfrutar de Gal Gadot, de Kristen Wiig, Chris Pine y Pedro Pascal. Entre este cuadrilátero se narra una historia muy al estilo ochentero que rompe en estética con mucho de lo que es el torrente principal de las películas de superhéroes de nuestra generación. En ese sentido, en la película hay bastantes cosas interesantes y que se desmarcan del mainstream habitual. De todos modos, ello no la hace una cinta ni mucho menos perfecta. Hecho el acto de fe que hay que realizar en cualquier obra de este estilo, uno va comulgando con algunas tramas que no convencen y que diríamos que no dependieron en puridad de Jenkins ya que el estilo es absolutamente divergente.
La peor de las tramas es la que tiene que ver con Chris Pine, en algunos momentos tiene que ver con su actuación pero en otros creo que faltó rapidez y claridad a la hora de contar el “romance reencontrado”. Por partes fue o muy abrupto o muy lento, aunque ello pueda parecer contradictorio, periodos cuya historia podía haber sido inmediata y deteniéndose en cuestiones que no pasan del humor mil veces visto. Por otro lado, el chiste (como ya ocurría en la primera entrega de la saga, en pretendido paralelismo) con respecto a la ropa y a la moda está muy, muy choteado por la industria.
Tampoco nos convenció del todo el papel de Gal Gadot. La famosa actriz y modelo se intenta lucir pero en este caso la hacen nadar entre actores de bastante mayor lustre, a nuestro juicio, como es el caso de Pedro Pascal y Kristen Wiig. Pierde por mucho el pulso y ya desde el guion los papeles antagonistas tienen mayor calado. Precisamente, si algo nos quedamos de la película es la manera que tienen de crecer los personajes malvados. Estos dos personajes tienen un interés real y un móvil exquisito. En ocasiones sencillo, en plan “de ser fracasado a ser el mejor” o en otro caso “de ser fracasada a ser de las mejores”, pero funciona. También se demuestra de esta manera que Wonder Woman no es una saga hecha a la medida de Gadot.
La relación del personaje de Pedro Pascal con su hijo también es verdaderamente rica. Eso sí es sembrar en cierto momento para recoger un poderoso fruto en el ambiente adecuado y en la circunstancia más álgida de la película.
Otro detalle que lastra el metraje tan largo que tiene la cinta es la cantidad de tiempos vacíos en la que no cuentan nada trascendental para el entendimiento del trabajo. Momentos nivel anuncio de navidad con cameos de familiares de la misma Gal Gadot.
Y como no todo fue malo, Wonder Woman tiene una verdadera fortaleza que la aleja de otros superhéroes y que la hace infinitamente más adulta: el dolor personal y el crecimiento en ese sentido.
Si el film hubiera recortado alguna trama que no tiene especialmente trascendencia y hubiera ido más directa a sus objetivos (por ejemplo en la superación del duelo de la ex relación de Wonder Woman) la película hubiera ganado exponencialmente.
El verdadero bombón de la película viene con un final que no vamos a desvelar. La batalla final no es tal y el discurso vence. Algo que nos pareció fuera de todo el canon habitual de las películas de la misma factoría y “algo distinto”. Como decimos, se agradece. Era bastante más fácil tirar de la guerra de espadas, poderes y rayos, sin embargo todo se hizo la mar de interesante con un discurso que intenta hacer aflorar el enriquecimiento propio en vez de la remanida peleita. En ese sentido, nada que ver con los finales made in años 80.
Mucho se ha criticado esta película con respecto al cgi y cuestiones técnicas. Personalmente me pareció que la película quería separarse del ambiente hostil y poco luminoso de otras cintas. En ese sentido, y en ocasiones bordando la parodia, la directora se esfuerza con éxito en recrear los ambientes peliculeros de los años 80. Aquellos cromas que parecían lo que eran, es más que no se esforzaban lo más mínimo.
De hecho, ¿Quién no es capaz de hacer el acto voluntario de creencia de que una mujer está saltando por encima de las posibilidades humanas o directamente volando? A eso va la película y no sólo retuerce sentimientos de mi infancia, sino que me parece particularmente interesante dar la vuelta de tuerca. ¿Un avión que desaparece de los radares con el esfuerzo de una superheroína y que no te habían contado como superpoder? ¿Por qué no? Eso es puro 80. Para bien y para mal, los ochenta eran así. He ahí el tributo a esa década.
Queríamos dejar constancia, que esta segunda parte nos ha gustado más que la primera. La razón tiene que ver con la valentía demostrada.
En definitiva, y como ya avanzábamos en nuestro primer párrafo, luces y sombras. ¿Más luces que sombras? Quizás, porque lo positivo de la película es muy positivo y algunas tramas algo fallidas, o que pudieron ser contadas de alguna manera más rápida, lastran la película con un metraje enorme e injustificado.
PS.- Parece que se confirma la tercera parte. A ver qué camino sigue.
Foto: promocional.