
Wynton Marsalis con la Jazz at Lincoln Center Orchestra, llamada comúnmente JLCO, pasó como una exhalación por las Islas Canarias y también por el Festival Internacional Canarias Jazz & Más. Con respecto a la cita chicharrera, Marsalis y sus chicos se presentaron pasando unos minutos de las 8 de la tarde en el Auditorio de Tenerife. El concierto consistió en canciones propias y algún que otro interesante tributo a los grandes del estilo.
Vestidos de punta en blanco y con una formación cercana a la militar, ahí estaba en el escenario uno de los platos más esperados de la actual y 30ª edición del Festival. Wynton y su banda, de la que había un halo de misterio y misticismo próximo a lo sagrado, por fin estaban en el escenario del Auditorio de Tenerife. Según el propio instagram de Marsalis, habían llegado a través de una compañía maritíma a la capital tinerfeña.
Entre arreglos de Carlos Henríquez –contrabajista de la formación- a canciones como La Paloma y momentos de solos verdaderamente especializados del mismo Marsalis, así entraban todos en el redil que se esperaba. El preciosismo y el gran rango dinámico era una de las señas de identidad en cada una de las canciones.
Hubo momentos para rendir tributo al blues, ese sufrimiento hecho canción. Fue el turno de Good Morning Blues, por ejemplo, que sonó redonda. La canción tuvo también una parte cantada por Chris Crenshaw que estuvo a un buen nivel. Muestra de la capacidad y versatilidad de artista.
La banda era un pulmón único, sabía dar la respiración y todos actuaban, siguiendo el símil de órgano del cuerpo humano, como un único corazón. Era un reloj suizo que daba la hora.
De ahí al final habría que destacar forzosamente geniales piques entre capaces músicos. Nos gustó especialmente algún solo de Ted Nash, acciones entre Dan Nimmer, al piano, el mismo contrabajista Carlos Henríquez y también Obed Calvaire, a la batería. Parece que fue ayer, pero ya hace una década cuando lo vimos por primera vez a éste último; aquel concierto con Gilad Hekselman en el Lago Martíanez del Puerto de la Cruz no podía ser olvidado tan fácilmente.
Con respecto a Dan Nimmer nos faltó un poco de sonido en alguno de sus solos. Un trabajo excelso y prístino, que, a lo mejor, mereció el levantamiento del fader de sonido de manera más pronta en ocasiones. Entre duelos de solos, hay que destacar de manera forzosa a artistas de la talla de Walter Blanding y Victor Goines. Precisamente de Blanding fue un excelente arreglo de Freedom Suite: Mvt.5, tema original de Sonny Rollins, y que dejó muy buen sabor de boca a toda la concurrencia. Por su parte, también hubo un extraordinario homenaje a Duke Ellington y a Billy Strayhorn, tema que (en boca de Marsalis) aunque fue grabado en el año 1930, suena más moderno que muchos otros. Sonaba de manera deliciosa, mágica.
En definitiva, concierto lleno de ricos solos, de variedad cromática, de seriedad dentro de las formas… y se acabó. 65 minutos de actuación que se nos pasaron muy rápido.
La formación de la JLCO es:
Wynton Marsalis (director musical y trompeta); Ryan Kisor (trompeta); Kenny Rampton (trompeta); Marcus Printup (trompeta); Chris Crenshaw (trombón); Vincent Gardner (trombón); Elliot Mason (trombón); Walter Blanding (saxo tenor y soprano, clarinete); Sherman Irby (saxo alto y soprano, flauta, clarinete); Ted Nash (saxo alto y soprano, flauta, clarinete); Victor Goines (saxo tenor y soprano, clarinete, clarinete bajo); Paul Nedzela (saxo barítono y soprano, clarinete bajo); Dan Nimmer (piano); Carlos Henriquez (bajo) y Obed Calvaire (batería).
Foto: Luz Sosa.