
Buena nota en la vuelta de Ridley Scott a las salas de cine con su última película, El último duelo. Scott vuelve a la historia y en concreto al medievo –como lo hizo en El Reino de los Cielos-, uno de sus periodos fetiches. El director de Bladerunner o Alien: el octavo pasajero nos tiene muy acostumbrados a dar una de cal y otra de arena y ahora cabía perfectamente preguntarse sobre si su último lanzamiento, lleno de rutilantes estrellas del firmamento fílmico, iba a ser de las primeras y de las segundas.
Muchos arguyen la cercanía de este trabajo de Scott a la forma que ya se pudo apreciar en la mítica cinta Rashomon del maestro nipón Akira Kurosawa. Sin embargo, ello no hay que leerlo como un debe sino, si acaso, como un excelente espejo donde verse.
Pues bien, a nosotros El último duelo nos ha parecido una película estupenda, llena de buenos momentos. Como toda buena película arranca de una buena historia, los juicios de la Edad Media siempre ha sido un buen periodo de arrancada y desde luego, contar con una fotografía que te envuelve y un buen reparto –en reglas generales- siempre es una ayuda inestimable. Precisamente alguna de las pegas que tenemos con respecto a la película tiene que ver con algunos roles de la película pero bueno, no todo iba a ser perfecto.
El último duelo es la historia de un amor y de malos entendidos que es contada en tres versiones. La impresión del alterego de Matt Damon (Jean de Carrouges), la de Adam Driver (Jacques Le Gris) y también de la protagonista femenina, Jodie Comer (Marguerite de Carrouges). Esta última visión es la verdadera. Muchos analistas han mostrado su frustración porque la historia se repita y que cualquier otro montador más hábil podría haber finiquitado la película con una velocidad más ardua de montaje con la tercera fase de la misma historia. Desde nuestro punto de vista, la historia gana bastante más en el agónico relato de Marguerite.
Sin embargo, y como ya hemos advertido, no es oro todo lo que reluce ni si quiera está bien o pasable. En esta cinta un rubio poco natural Ben Affleck encarna, por decirlo de alguna manera, al Rey Carlos VI y no nos parece que sea la mejor decisión de casting. Affleck está demasiado perdido en el papel y sin ninguna intención –lo que resulta peor- de poner de su parte para resultar verosímil. Nada nos hubiera sorprendido, Affleck podría haber sacado una hamburguesa fast food y su refresco del bolsillo entre “polvos y polvos” palaciegos. Un depravado del S. XXI, más que un Rey, máquina bélica y guerrera de 1360. A veces me pregunto si Affleck sabe diferenciar entre su rol de pijo en Perdida de Fincher, en los Batman post C. Nolan o en papeles medievales.

La totalidad de la producción restante es muy de valorar. Nos encantó como se enseña el París de esa época y la heroína judicial está muy bien lograda. Quizás la reacción del esposo de Corrouges hubiera sido distinta, más propio de un guerrero bárbaro de esos fangos, pero bueno, se puede dar por adecuado.
Sin más particular, ésta sí. Ridley Scott nos ha sorprendido con una cinta larga, que se toma un buen respiro para presentar a los protagonistas y que despliega un diseño de producción propio de los mejores momentos de su filmografía. Esperemos que el director esté en estado de gracia porque todavía tenemos que ver House of Gucci, la que será su nueva película.
Foto: Promocional.