
Después de ganar la 14ª edición del Concurso Sons de la Mediterrània, la mallorquina Mar Grimalt se adentra en sus propias raíces para confeccionar el espacio sonoro de su álbum debut, «Espurnes i coralls». Con el acompañamiento y producción musical de Joana Gomila y Laia Vallés, Mar Grimalt ha encontrado un universo sonoro a partir de los sonidos de las máquinas de la fábrica de vibrados y pretensados de su familia. Gracias a este proceso creativo ha podido transformar algo que le vino dado en la estructura familiar en algo propio y transgresor.
«Espurnes i coralls» es una experiencia inmersiva. Un disco donde la voz humana y la voz de las máquinas se entremezclan, conviven y son sus protagonistas. Mar Grimalt abre las pesadas barreras de una fábrica donde ella ha congriado recuerdos agridulces, y nos invita a un viaje que suena talmente así: árido y tierno. El conflicto y el cuidado en un mismo legado se traducen en un disco hecho de ruidos, que ensucian y ordenan a partes iguales, y que son la almohada de una voz puntiaguda, central, imprescindible como la de la propia Mar. Hay distorsión, golpes y palabras tan claras que pueden desgajar vigas. También hay ecos larguísimos, ambientes armónicos que aglutinan como el cemento y envuelven como los recuerdos.
El disco está grabado en Suralita, en Manacor (Mallorca), el espacio de creación artística de Joana Gomila y Laia Vallés. Se grabó todo en directo durante tres días de noviembre del 2022, sintiendo el rescoldo y la calidez que esto lleva implícito. Casi todas las canciones están grabadas a dúo con Ada Elionor, que forma parte del nuevo formato de conciertos en directo. En algunas canciones, como «Vibrats i pretensats», Gomila y Vallès crean atmósferas envueltas con sintetizadores modulares y un teclado farfisa. En «Recull de versos» también colabora Biel Carbonell con el pandero cuadrado. Incluso existen dos introducciones de canciones, donde aparecen voces cercanas a la de la cantautora, como la de su padre y su madre.
Las nueve piezas del disco son eléctricas, al rojo vivo y tienen destinos imprevisibles. Ninguna palabra va seguida de la que esperas que vendrá. Lo mismo ocurre con las melodías, las texturas, los silencios. Mar Grimalt desafía la estabilidad a golpe de grito, sin clemencia. Joana Gomila y Laia Vallès en la producción y Ada Elionor en el acompañamiento musical son unas aliadas infalibles en esta lucha tierna contra la evidencia. Juntas ofrecen un chisporroteo que quema cualquier convicción. Han hecho una música que parece escapar, escapar, escapar, hasta que te das cuenta de que esta huida venía directa hacia ti. Te interpela, desafía a tus constructos como una punzada de fuego. Cuando el disco termina, te encuentras un agujero como de pedrada encendida en medio del pensamiento. Y ahí, todo se drena.
Entre las nueve canciones del disco hay dos poemas musicados, uno de Miquel Bauçà (en la canción «Recull de versos») y el otro de Damià Huguet (en la canción «La inutilitat»). También como oda de una canción, «Reset», hay unos versos de Antonina Canyelles. Casualmente, los tres son poetas mallorquines. Dicen cosas con palabras que la propia Mar Grimalt no sabría elegir de ese modo, pero que le resuenan muchísimo. Por tanto, las utiliza para llegar a lugares donde ella sola no llegaría, le abren puertas, le abren caminos. Y gracias a esto puede llegar a hacer canciones con letras más transgresoras, como «La inutilitat», por ejemplo.
Como dice Mar Grimalt, «No siempre es fácil amar lo que tenemos, porque a veces pesa como toneladas y toneladas de cemento». Mallorca está llena de cemento y esto a ella le genera un conflicto interno muy grande. De pequeña, la fábrica era como un parque de atracciones. Con sus sobrinas jugaba con las montañas de grava y arena como si fueran del desierto y lo pasaban pipa. Pero así como se iba haciendo mayor e iba entendiendo el mecanismo capitalista-especulativo, iba sintiendo una especie de rechazo que no sabía exactamente de dónde le nacía. “Con este disco he querido honrar el trabajo de mi familia que me ha hecho tener la vida que vivo y al mismo tiempo he podido reconciliarme con esta muñeca que jugaba en las montañasde grava. Pero el disco no trata de contar esta historia. Este trabajo nace de un grito para romper la coraza y encontrar el espacio propio desde la estructura que lo sostiene”.
Mar Grimalt (Felanitx, Mallorca, en febrero de 1996).
De pequeña cantaba y se inventaba canciones y poemas que hacía apuntar a su madre en una libreta. Por eso la apuntaron a la escuela de música de su pueblo, donde empezó a tocar el piano. Pero a los doce años, cuando su madre le sacó de un guardarropa la guitarra que le había regalado a ella de joven su padre, dejó los estudios reglados de música y se puso a cantar y hacer canciones y a vivir la música desde el sitio donde a ella le nace, el bajo vientre. Para Mar Grimalt, hacer canciones es como una especie de purga y proceso de autoconocimiento en el que se permite sacar su parte más oscura, profunda y cambiante.
Foto: Aina Crespí