
Cantautora vedette, señora ye-yé, artista de la pista, Dry Martina. Le gusta que la llamen Martina, aunque es Laura la que se baja del escenario. «Mi única ambición es subirme ahí a darlo todo para hacer felices a los demás. Los agito en mi coctelera y salen nuevos. Bailes y risas, deberían recetar mis conciertos en la Seguridad Social», confiesa esta malagueña que se ha codeado ya con colegas del calibre de Zenet, María Peláe, Pasión Vega o los alemanes Mo’ Horizons.
Tras foguearse de lo lindo en escenarios mil con aventuras como Duty Free y Free Soul Band, en 2010 y con «Musarañas», encantador EP de debut, nacía Dry Martina, su proyecto personal. Luego llegarían «Momento Perfecto» y «Ahora!», ambos galardonados con el Premio MIN al Mejor Álbum de Jazz en 2013 y 2016 respectivamente, para azote de los puristas del género. Su fórmula para tal éxito es tan sencilla como efectiva: un cóctel de jazz pop electrónico en español que se sirve fresquito, agitado pero también removido, por mucho que a James Bond se le arquee la ceja.

Este 2023 por fin nos empieza a desgranar los sencillos de lo que será su esperado tercer álbum, un trabajo que verá la luz el próximo otoño. Su debilidad por lo vintage sigue intacta, tal vez por su insatisfacción con esta vida moderna que no acaba de comprender. Pero esta vez Dry Martina se inspira en la música popular española de mediados del siglo pasado, investigando referentes clásicos como aquel Xavier Cugat del Hollywood dorado, los grupos ye-yé de nuestros maravillosos 60’s o la (ahora tan en boga) rumba quinqui de los 70’s.
Y en especial, consciente de su género —no el musical, sino el vital— Dry Martina dirige su mirada a esas artistas femeninas que se abrieron paso con su modernidad en una España en blanco y negro. El mejor reconocimiento posible es ponerlas en valor hoy día mediante el uso de esos samples retro tan habituales en su discografía, a los que añade una pléyade de beats bailongos y ese toque ácido en sus letras, tan terrenales como la vida misma.
Divina pero gamberra. Disfrutona, descarada y libre. Una rara avis en una escena musical esclava de las modas. Dry Martina es atemporal. O como alguien dijo en una ocasión: «Una voz de hoy para la música de siempre«.
Foto: promocional.